domingo, 11 de mayo de 2014

Cándida

Mi abuela se llamaba Cándida, odiaba su nombre porque decía que era nombre de tonta y de pava Yo dormía con ella, era la única que ahuyentaba las brujas y fantasmas, y atrincherada en su espalda me daba menos miedo Celestina,la muñeca de mi hermana Julia que abría y cerraba los ojos y me miraba por la noche con malas intenciones.
Mi abuela se reía mucho, y contaba historias que me hacían soñar. Cuando gritábamos nos llamaba cueveros, y a veces zorripas (esa palabra tenía un algo que siempre me hizo sonreír, no me parecía un insulto, era graciosa). Nos recitaba poemas extraños sobre unas cerdas que se iban de paseo a la cebada, y nos cantaba una canción sobre una vieja que regaba su jardín y le picaba un bicho en la oreja derecha 
Un día, siendo yo mayor, mi tío Tibi me contó que cuando iba la abuela a verlos a Suiza no se quedaba demasiado tiempo porque "Llanetes estaba sola" (cuatro hermanos, un canario,un padre y una madre... pero ella sabía que me quedaba sola). Solo ella sabía cuáles eran mis escondites cuando quería no estar y no contestaba a las llamadas de nadie.
Se fue demasiado pronto, y yo tuve que esforzarme por seguir sin ella y por perder los miedos sin trinchera donde refugiarme.
Pero ella me había hecho valiente.


2 comentarios:

Unknown dijo...

Qué bonita y entrañable historia, Llanos. Que poco se narra sobre las abuelas y lo impotantes que pueden llegar a ser en nuestras vidas.
Un placer volver a leerte
Besos

José Ángel Cebrián dijo...

Conocía la historia, me ha gustado leer con el cariño que la cuentas.
Algún día, entre batallas de risk, te pediré la canción de la vieja y su oreja picoteada.
Un beso, poeta.