lunes, 5 de julio de 2010

El pino doncel


El pino doncel extiende aún sus ramas y sigue dando sombra a la curva del camino. Bajábamos los niños la empinada cuesta del cortijo hasta refugiarnos junto a su tronco. Y el fruto de su vientre se nos ofrecía: piñones oscuros que guardábamos junto a las piedras en nuestros bolsillos.
Tejíamos con sus agujas pulseras y collares, y, así adornados, regresábamos al bordillo del estanque.
Pero yo no reía nunca en esos días. Sólo observaba con atención y escuchaba en silencio. Era mejor así, era preferible pasar desapercibida y no provocar a quienes callaban cuando yo pasaba.

Las piñas aún cerradas,
y los piñones
ya están maduros.

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