martes, 7 de enero de 2014

Socovos

Castillo e iglesia de Socovos con el Calar al fondo | Fotografía Mario Miranda

Menos mal que aún perduran
los puntos cardinales de mi infancia:
el cerro de los trapos
deslumbrando las sábanas
al sol del mediodía;
las ruinas del castillo
-con las pocas almenas que le quedan
soñando con batallas-
refugio de trastadas infantiles,
jugándonos la vida entre los pozos
buscando los tesoros olvidados,
y, muy cerca, el Cabezo,
las cuevas, los paseos
con la perra de caza
que, afortunadamente,
nunca aprendió a cazar.
Observándolo todo
el Calar, imponente,
las montañas azules,
y, más cerca,
los ojos de mi abuela
y su refugio cálido en la noche.

3 comentarios:

José Ángel Cebrián dijo...

¡Qué bonicos los recuerdos en navidad!
besos

Pensando en Haiku, Karin Rosenkranz dijo...

como se graban para siempre los instantes que vivimos en la infancia. y como influyen cuando somos adultos.

saludos

Unknown dijo...

Gracias, Llanos, por traerme a la memoria paisajes compartidos.
Un hermoso poema.
Besos